Lejos han quedado los tiempos en los que Bloc Party eran considerados los nuevos salvadores del rock, sus álbumes recibían multitud de premios y grandes elogios por parte de la prensa especializada. Al igual que sucedió con Interpol, The Killers, Editors o The Strokes, cada nuevo paso musical de la formación ha sido defenestrada por la crítica y puesta en entredicho hasta por sus propios seguidores. Ello demuestra lo voluble del mercado discográfico cuando una banda triunfa en su debut: las comparaciones con un pasado glorioso siempre lastrarán su carrera independientemente de la calidad de sus nuevos lanzamientos.
A diferencia de sus
anteriores discos, Hymns destaca por
ser un trabajo sereno y espiritual en el que impera la electrónica, medios
tiempos y baladas. El primer single, la jovial “The Love Within”, con su ritmo
bailable y omnipresente línea de guitarra que suena como un sintetizador,
proporcionó una pista falsa sobre el contenido del elepé. Lo mismo sucedió con
“The Good News” —recia y guitarrera— y “Virtue” —al estilo del primer sencillo
con un bajo desaprovechado—, que tampoco consiguieron despuntar en las listas
de ventas.
Las nuevas
incorporaciones —Justin Harris (bajo, teclados) y Louise Bartle (batería)—, más
que miembros oficiales, parecen músicos de estudio supeditados a las órdenes de
Kele Okereke que, al igual de Thom Yorke de Radiohead, ha convertido al grupo
en una extensión de su trabajo en solitario. Aparte de los tres sencillos,
podemos encontrar buenos temas como “Only He Can Heal Me”, “So Real” (con un
discreto piano eléctrico), “Different Drugs”, “Into The Earth” y “My True Name”
que, de haber sido más potentes al estilo de Silent Alarm (Wichita, 2005), habrían ganado en emoción. Por otra
parte, “Fortress”, “Exes” y “Living Lux”, debido a la tranquilidad general que
domina el disco, llegan a resultar soporíferas.
La calidad de sonora
del álbum es indiscutible, con profusión de arreglos sencillos y cuidados que
demuestran la pericia de la banda como músicos. El problema de Hymns, aparte de su carencia de
energía, es que Okerele ha decidido sacrificar la inmediatez a favor del
lucimiento personal. Puede que por ello los miembros fundadores —Matt Tong y
Gordon Moakes— decidieran arrojar la toalla después de The Nextwave Sessions (Frenchkiss Records, 2013).
¿Es Hymns un mal disco? En absoluto. Simplemente nos encontramos con una banda en estado de transición que ha decidido ignorar las etiquetas y hacer lo que les apetecía sin tener en cuenta las críticas. Un trabajo coherente, arriesgado y contemplativo que, por desgracia, no ha estado a la altura de lo que se esperaba de ellos. Bloc Party necesitan un álbum que los reconcilie con su público, la prensa y los charts para asegurar su propia supervivencia. Veremos que nos depara el futuro.