«Sabe, oh príncipe, que entre los
años del hundimiento de Atlantis y las resplandecientes ciudades bajo los
océanos, y los de la aparición de los hijos de Aryas, hubo una edad olvidada en
la que el mundo estaba cubierto de brillantes reinos como mantos azules bajo
las estrellas. (...) Pero el más orgulloso reino del mundo era Aquilonia, que
reinaba soberana sobre el soñoliento oeste. Y allí llegó Conan, el cimmerio, el
pelo negro, los ojos sombríos, la espada en la mano, un ladrón, un saqueador,
un asesino, de gigantescas melancolías y gigantescos pesares, para pisotear con
sus sandalias los tronos enjoyados de la Tierra.»
Crónicas Nemedias
INTRODUCCIÓN:
A
principios del siglo XX, durante la era dorada del pulp, Weird Tales sobresalía entre otras publicaciones del mismo estilo
por su vanguardismo y búsqueda de nuevos talentos. La revista afincada en
Chicago publicaba a los mejores escritores de la época: Kafka, Verne, Poe,
Lovecraft, C.L. Moore, Aston Smith o Seabury Quinn.
Entre
sus páginas, en el número de diciembre de 1932, se encontraba un relato titulado El fénix en la espada, debut de Conan de Cimmeria, un nuevo
personaje del texano Robert E. Howard, colaborador habitual conocido por sus
historias del espadachín Solomon Kane, el caudillo Bran Mak Morn y el rey Kull
de Valusia.
Nadie
podía imaginar la repercusión que tendría el cimmerio en la fantasía moderna. Este
se convertiría en un icono popular, conocido a nivel mundial, aplastando con su
fama a su creador. La imagen arquetípica del héroe —un
bárbaro fuerte y musculoso, empuñando un arma de grandes proporciones, que
lucha contra horrendas criaturas mientras protege a una mujer semidesnuda— ha
sido fácil de reconocer durante el último medio siglo. No sería atrevido
afirmar que la mayoría del público ignora que Conan nació como personaje
literario al igual que James Bond, Tarzán, Sherlock Holmes o Drácula.
A
diferencia de los personajes anteriormente mencionados, el cimmerio fue
presentado al público de forma errónea. L. Sprague de Camp y Lin Carter fueron
los responsables del ciclo de doce novelas de Conan (publicadas en España en
tres ediciones distintas por Editorial Bruguera, años 70, Planeta, años 80, y
Martinez Roca, años 90). La saga fue remodelada (nunca tuvo un orden
cronológico) a conveniencia de los editores, intercalando historias de menor
calidad (obra de otros escritores), pastiches (cuentos de Howard adaptados al
universo hiborio) y colaboraciones póstumas (historias del texano completadas
por otros autores). La obra de Howard quedó desvirtuada, tanto en calidad como
en el concepto original que el propio autor explicó en una de sus cartas: «Mientras
escribía estas historias, siempre me he sentido como si las estuviera poniendo
por escrito mientras él me las contaba, no como si yo las estuviera creando. De
ahí la abundancia de saltos temporales y de ahí que no sigan un orden concreto.
Un aventurero que relatase al azar las aventuras de su vida no seguiría un plan
ordenado, sino que narraría episodios de su vida muy separados entre sí, tanto
en el tiempo como en el espacio, a medida que se le fueran ocurriendo».
El
cimmerio fue una creación demasiado personal del autor, en él desarrolló todo su
talento literario; puede que por ello ninguno de los escritores que intentaron
imitarlo (Poul Anderson, Lin Carter, L. Sprague de Camp, Robert Jordan, Karl
Edward Wagner y un interminable etc.) pudieron hacerle sombra. Durante décadas,
el lector no tuvo modo alguno de separar el trigo de la paja. Afortunadamente,
en esta lujosa edición publicada por Timun Mas se encuentran los relatos genuinos,
en el orden que fueron escritos, sin fraudes ni manipulaciones ajenas.
En
aquella época la única forma en la que los autores principiantes podían ganarse
la vida era a través de revistas pulp.
Howard narraba impulsado por motivos económicos. Se consideraba un escritor
profesional y siempre tuvo en cuenta las necesidades del mercado.
Originalmente, El fénix en la espada
fue una reescritura de un relato inédito de Kull, ¡Con esta hacha gobierno! Fransworth Wright, editor de Weird Tales, había rechazado la mayoría
de los relatos del atlante (Howard cometió el error de enviarlos todos juntos
en 1929) y publicó El reino de las
sombras y Los espejos de Tuzun Thune
(puede que dos de las mejores historias del texano). Howard suprimió la parte
romántica de la historia, reemplazándola por elementos sobrenaturales, y
eliminó la presentación de los conspiradores que aparecía en el primer capítulo
para agilizar la trama. Los cambios funcionaron y el relato fue vendido por 85
dólares. Por desgracia, no obtuvo la portada de aquel mes. Fue un cuento más
entre otros que han pasado al olvido absoluto. Parafraseando al maestro: «La
barbarie es el estado natural de la humanidad. La civilización, en cambio, es
artificial, es un capricho de los tiempos. La barbarie ha de triunfar siempre
al final».
Howard
fue un novelista increíblemente versátil que escribió sobre géneros y temas dispares:
poesía, aventuras orientales, cruzadas, históricos, piratas, deportivos, misterio,
westerns, detectives y terror
(influenciado por su amigo Lovecraft). Todo ello aparece plasmado en las historias
de Conan. La creación del personaje absorbió al texano de tal modo que durante
meses de frenética actividad literaria fue incapaz de escribir sobre otra cosa.
Durante su corta vida (1932-1936) el cimmerio fue rey, ladrón, pirata, mercenario,
general, explorador, etcétera. Vivió toda clase de aventuras en un explosivo
ritual de fuego, dinamismo, virilidad, sudor, acero, sombría epicidad y magia.
Modelo que, posteriormente, la mayoría de los escritores de espada y brujería
tomarían como arquetipo. Howard siempre estuvo demasiado adelantado a su
tiempo. Recordemos que fue uno de los fundadores (por no decir padre) de la
fantasía heroica.
EL
FÉNIX EN LA ESPADA
(WEIRD TALES, DICIEMBRE DE 1932)
Conan apoyó la espada contra la
pared y levantó el hacha. Estaba de pie, como la imagen del primitivo indomable
—las piernas separadas, la cabeza echada hacia adelante, una mano apoyada en la
pared, la otra aferrando el hacha, con los enormes músculos en tensión, como
cuerdas de hierro, y el rostro congelado en una furiosa mueca—, y los ojos le centelleaban a
través de la nube de sangre que estaba velándolos (...)
—¿Quién
ha de morir primero? —musitó
con la boca herida y los labios cubiertos de sangre.
El
primer cuento de Conan, ampliamente influenciado por la mitología de Thomas
Bulfinch (1796-1867), narra el intento de asesinato de unos conspiradores
contra el cimmerio. Conan se nos presenta como un hombre maduro y
experimentado, con fuertes principios, que ha vivido una vida plena llena de
aventuras. Como soberano de Aquilonia, se encuentra aburrido de sus deberes y
extraña los tiempos salvajes de su juventud, antes de que la corona se
convirtiera en una carga
El
fénix en la espada es uno de los
mejores relatos escritos por Howard. Destila todos sus puntos fuertes: magia,
emoción, sangre y violencia. El texano nos presenta una intriga palaciega
destinada a aniquilar al cimmerio, un brujo (Thoth-Amon) ávido de venganza, una
serie de conspiradores impulsados por la avaricia, el idealismo y el ansia de
poder, y apariciones espectrales. La historia alcanza su cénit en las últimas
páginas, cuando Conan se enfrenta en inferioridad de condiciones a un grupo de
enemigos dispuestos a matarle. El combate en los aposentos del rey es una locura
de cuerpos en movimiento, entrechocar de espadas, gritos de agonía, huesos
rotos y entrañas esparcidas sobre azulejos de mármol.
El
cimmerio, en un alarde de supervivencia, se despoja de la máscara de hombre
civilizado y da rienda suelta a sus instintos primitivos. A pesar de la
aplastante superioridad numérica, no se rinde en ningún momento. Su único deseo
es llevarse por delante al mayor número de rivales posibles antes de morir. El
final del cuento queda abierto al misterio de lo sobrenatural.
LA
HIJA DEL GIGANTE HELADO
(ROGUES IN THE HOUSE, DONALD M. GRANT, 1976)
El contacto de su hermoso cuerpo
que se retorcía entre sus brazos le llevó al borde de la locura. Los fuertes
dedos de Conan se hundieron con frenesí en la suave y blanda carne..., una
carne fría como el hielo. Era como si estuviera abrazando un cuerpo de hielo en
lugar del cuerpo de una mujer de carne y hueso. Ella echó a un lado su dorada
cabellera, tratando de esquivar los violentos besos del bárbaro, que lastimaban
sus labios rojos y carnosos.
—Eres
fría como la nieve —dijo
él como atontado—.
Yo te calentaré con el fuego de mi sangre...
Aunque
parezca increíble, La hija del gigante helado
fue rechazado por Fransworth Wright. Lejos de desanimarse, Howard cambió el
nombre del protagonista (Amra) y lo vendió con el título de Dioses del norte a Fantasy Fan. A pesar de ser una de las más bellas y poéticas
historias del personaje, no agradó al dueño de Weird Tales, probablemente por su contenido sexual. El relato
(también inspirado en Bulfinch) nos
presenta a un joven cimmerio en mitad de un campo de batalla, rodeado de
cadáveres y con la espada manchada de sangre. La aparición de una hermosa joven
vestida con un velo transparente enloquece de lujuria a Conan que, a pesar del
agotamiento y las heridas, no duda en seguirla a través del páramo con la
intención de violarla.
Volvemos
a encontrarnos con un personaje vehemente e indómito que obra inducido por su
lado salvaje. La persecución entre la nieve es uno de los mejores momentos de la
saga, con un cimmerio lanzando espumarajos de rabia y maldiciones mientras se
aproxima al objeto de su deseo. La muchacha, provocativa, no cesa de burlarse de
él mientras lo conduce a un destino incierto. Finalmente, su vitalidad y la
destreza en el combate harán que Conan logre triunfar donde otros fracasarían. La hija del gigante helado (con toda
justicia) merece estar entre los mejores cuentos del texano. Poco valorado en
su momento, gracias a la estupenda adaptación al cómic dibujada por Barry Windsor-Smith
y guionizada por Roy Thomas ha pasado a considerarse un clásico.
Howard
había descubierto que la nueva saga tenía un potencial sin límites. A lo largo
de los siguientes meses su trabajo cristalizaría en La Edad Hiboria, el mundo fantástico inspirado en las
civilizaciones antiguas que lo llevaría a la fama.